Publicamos lo sucedido durante la "pachanga" -la cuarta ya en lo que va del presente año- realizada el día de ayer en la Plaza de Acho, en reseña suscrita por nuestro colega Dikey Fernández Vásquez:
"Empezaré señalando que el espectáculo taurino se inició aproximadamente a las 5 de la tarde cuando ya el cielo limeño vislumbraba la penumbra. Partieron plaza en un paseíllo “súper mixto”, un rejoneador en fila con los dos novilleros y un aficionado, seguidos de tres banderilleros, un puntillero y un caballo del arrastre. Luego un segundo paseíllo con los toreros cómicos. Pero esta vez el palco del Juez de Plaza estaba vacío. Todos hicieron la reverencia al escaso público que había, como pidiendo permiso. No hubo alguacilillo, portaloneros, reloj en la plaza, la enfermería no estaba equipada, sólo habían alquilado una ambulancia (con paramédicos), venta de licores en los tendidos, el atrio de Sombra nuevamente una playa de estacionamiento, se cobraban los baños, el atrio de Sol lleno de toldos comerciales y lo que es peor una botella publicitaria de una marca de cerveza conocida en los tendidos de Acho ¿Cómo y la Ley de Monumentos Históricos? ¿Dónde está el Instituto Nacional de Cultura? ¿La Beneficencia de Lima ahora que decisiones tomará? Seguramente nada.
Se lidiaron reses de la ganadería “San José de Velille” de Sixto Mendoza, que llegaron al coso a las 3.45 p.m. Abrió cartel Ricardo Bustamante realizando media “Suerte Nacional” porque el torete era de capea, no cogió la muleta, solo recortes con el capote. Luego Wilton Sánchez (vestido de charro) toreo también de capea. Siguió el novillero Manolo López (vestido de luces) que toreó con pulcridad pero matando está fatal. Cuando ya era de noche salió un cornúpeta ofensivo con signos de haber sido toreado, que el novillero Fabián Pareja “El Fabi” ni lo vio, luego abrieron la puerta de chiqueros para devolver a los corrales, no habían arrieros, por lo que uno del personal de arrastre (Miguel García Luque "Pachín") que siempre es colaborador intentó llevarlo hacia la puerta de los sustos, pero el animal emplazado en los medios lo alcanzó y lo encunó con el pitón derecho debajo de la axila derecha, mientras que se lo tenía prendido en medio de un mar de gritos del público desesperado. El veleto ejemplar de Velille en el suelo le pegó la cornada, los momentos eran interminables, los subalternos brillaban por su ausencia, el torero cómico César Ordóñez entró hacer el quite, el joven se levantó y el pantalón blanco empezó a teñirse de rojo, fue llevado a la enfermería (cerrada) pero en la puerta estaba la ambulancia donde subió casi desmayado, cuando le vimos que de la cabeza emanaba a borbotones la sangre. Para colmo de males la reja de la salida de la ambulancia cerrada con candado y quien tenía la llave estaba borracho. No todo estaba concluido. Soltaron un burel para realizar el “montatoro” aquella famosa escena que inmortalizó Goya en su Tauromaquia inspirado en el Indio Ceballos. Esta vez era Sócrates Peña un valiente, pero no el hombre de acero, realizó esa suerte al que el toro tiró por los suelos pisoteándolo y rompiéndole la cabeza. Con una toalla húmeda y sentado en una silla le apretaron la herida y pararon la hemorragia, de ahí fue trasladado a un centro médico. ¿Qué están esperando las autoridades? Acaso para tomar decisiones es necesaria la muerte de alguien. Aquí hay responsabilidad penal compartida, ya que las autoridades tienen la obligación de velar por el derecho a la vida y salud de los actuantes, al tener verificar que la enfermería este equipada".
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