Por: Fernando Salgado Bambarén
No pretendo en este artículo hacer comparaciones entre países taurinos, entre sus principales plazas de toros y menos entre el público aficionado que asiste y caracteriza a cada una de esas plazas de toros. Creo que tienen su propia personalidad y eso es lo que engrandece a este complejo mundo de los toros y pone en evidencia que en él resulta imposible la monotonía. Tampoco creo que una plaza o afición sea mejor a las otras sino que son diferentes entre ellas y para eso ya existen las categorías. Los países con tradición taurina en América, a la par que los de Europa, son un bastión importante de la Fiesta en el mundo, por lo que es necesario que la Prensa taurina local mantenga a su afición viva, activa e ilusionada, pero nunca engañada ni confundida, como ocurre en algunos lugares de nuestro continente. Hace pocos días tuve oportunidad de leer las crónicas escritas en diarios y portales de internet a cargo de los periodistas taurinos colombianos sobre las corridas de la Feria de Cali y escuchar en vivo lo que en su Plaza de Cañaveralejo ocurría, lo que me ha permitido confirmar que Colombia es hoy en día un referente en América con respecto a la divulgación y promoción de la Fiesta de los Toros.
En sus varias ferias de primer orden se da sitio a ganaderías propias (malas, regulares y buenas como en todos lados), cuentan con varios toreros nacionales haciendo campaña en las ferias españolas para seguir ilusionados con la huella de César Rincón - una figura del toreo recientemente retirado de los ruedos – en el afán de convertirse en ídolos en su patria y ser su sucesor a nivel internacional, promueven nuevos valores en escuelas taurinas de calidad y serias, y lo mas importante, sus aficionados son cada día mas y normalmente manifiestan una actitud positiva, divirtiéndose en los espectáculos que se les ofrecen. Pero ¿por qué ocurre esto?.
No hay que ser un erudito en materia de Tauromaquia para saber que en ese país existen periodistas taurinos promotores que ejercen docencia entre los espectadores quienes así van aprendiendo a apreciar el espectáculo, y lo que es mas importante, que les enseñan a querer lo propio para que se sientan orgullos de su Fiesta. Cuando hay unión sin mezquindad y se defiende lo nacional con responsabilidad, los resultados saltan a la vista.
Plazas llenas en prácticamente todas las ferias colombianas. En Cali a pesar de que este año no estaban las figuras a excepción de Castella, la Prensa se encargó de crear una gran expectativa en cada tarde y brindó su apoyo a los toreros, ganaderos y empresarios nacionales. Con eso consiguen que los espectadores vayan a los toros con ganas de divertirse, a aplaudir pero también a exigir, no con mala leche ni predispuestos a buscar las fallas para criticar, sino todo lo contrario.
La tarde triunfal en la que se lidiaron en Cali los toros de Juan Bernardo Caicedo, la apoteosis se apoderó de todos. Nadie se puso en contra ni desmereció el triunfo del ganadero nacional, ni de los toreros, uno francés y otro colombiano, más bien la entrega del público, el desborde de alegría por el triunfo viendo las cosas en forma positiva a todos emocionó. Este gran éxito es producto de la perseverante labor del periodismo taurino educador que enseñó a valorar en su medida lo bueno de la Fiesta, a tener orgullo por sus toros y toreros y a resaltar y premiar lo positivo por encima de lo negativo o de fallas que siempre han habido y habrán.
Lo difícil del delicado oficio periodístico radica justamente ahí, en saber ponderar lo bueno y apuntar las cosas que están mal pero con prudencia y tino en la medida justa, sin pretender ser sabios infalibles, actitud con la que en realidad algunos periodistas muchas veces intentan ocultar su miope visión del presente y futuro de la Fiesta y su inocultable y desmedido afán de protagonismo, totalmente improcedente.
En la pasada Feria del Señor de los Milagros 2008 en la bicentenaria Plaza de Acho, en Lima, se vio claramente el producto contrario, es decir el fruto de muchos años de una absurda labor periodística a cargo de unos pocos profesionales cómodamente instalados en algunos diarios de circulación nacional. Para que se den cuenta, me tocó escuchar a uno de esos “colegas” proclamando que para él la objetividad en las crónicas de toros era "encontrar y denunciar todo lo malo que se pueda porque solo así se demuestra independencia", ¿se imaginan ustedes esa objetividad ?.
Hemos podido apreciar en el vídeo que en Cali las faenas a los toros indultados de Juan Bernardo Caicedo fueron cortas pues no pasaron de 35 muletazos, a diferencia de las que le hicieron a varios de los toros de los dos encierros de Roberto Puga en Lima, que tuvieron alrededor de 70 pases cada una, mas del doble, lo que cualquiera puede apreciar en los videos también publicados. Pero no solo eso, sino que los toros peruanos tuvieron embestidas humilladas, con ritmo, con repetición y transmisión, en resumen con clase. Que es entonces lo que ocurrió para que en Cali todos estuvieran felices y en Lima lo contrario, pues para un sector del público - felizmente aún minoritario - todo les resulta mediocre y no pueden ser felices en su histórica plaza.
Lamentablemente hace años que la afición limeña se ha ido reduciendo y ha cambiado en actitud y en conocimientos. Ya no se emociona como antes con una faena artística como la que recién le hizo Manzanares en Acho a su primer toro de Puga, y lo que es peor, muchos ni se dieron cuenta de la importante obra de arte que estaba ocurriendo en el ruedo. Les es difícil compenetrarse en las faenas, analizar las condiciones de los toros, diferenciar una buena lidia de una mala. Esto en gran medida tiene un motivo claro, y es que desde hace bastantes años ocurre que, cuando al día siguiente de una buena corrida los aficionados han comprado los diarios para enriquecer su criterio u opinión de lo que vieron en Acho la víspera, se han encontrado con crónicas perversas, que reflejan pasiones, resentimientos y petulancia de esos autodenominados “ cronistas independientes”, que no solo confunden y tuercen el ánimo de los lectores, sino que a la larga les van matando la afición y los van convenciendo que no vale la pena seguir asistiendo a las corridas, la mayoría de las cuales califican como una estafa al público.
La campaña en contra de lo nacional iniciada en los años 90 por ese sector de la prensa ha hecho que muchos se nieguen a entender que solo gracias al profesionalismo de ganaderos serios y jóvenes toreros peruanos se ha logrado dar un nuevo impulso a la realidad taurina en el país. Ese mismo periodismo está listo a criticar y demoler en persistentes campañas desde sus páginas lo que hacen otros por la Fiesta porque no se les ocurrió a ellos o porque tuvieron la osadía de no consultárselo. Minimizan la actividad taurina en provincias, felizmente en auge desde hace cinco años quizás precisamente por que ellos la ignoran, haciéndoles con ello un favor no intencionado. Dedican en sus crónicas fatuos comentarios sobre si los toreros estaban correctamente vestidos o no y no se dedican a profundizar y divulgar sobre los riquísimos temas de la técnica y el arte de la Tauromaquia. Desconocen y ocultan los logros y las actividades de las ganaderías nacionales de casta, sus orígenes de sangre, sus campos, su selección, sus metas, los productos de sus nuevos sementales, etc., lo que es una información que enriquece e identifica a los aficionados de cada país con sus toros, elemento principal de la Fiesta.
En esta pasada Feria de Lima los triunfos más sonados y las faenas más redondas fueron hechas a toros peruanos de los hierros de Roberto Puga, como ya ha venido ocurriendo desde hace varios años. En cuanto al trapío de las reses lidiadas, las nacionales estuvieron muy bien presentadas a diferencia de varios toros importados de dos hierros colombianos. En este punto Lima tiene una exigencia mucho mayor que en Cali, sin embargo y viendo objetivamente la diferencia, mientras en Cali los periodistas resaltaban el trapío de los toros y el esmero de los ganaderos, me da pena contar que aquí hay quienes se permitieron escribir que los toros de la ganadería nacional eran unos novillos impresentables, ocultando que en la primera de abono los toros colombianos de El Capiro de Sonson si que eran impresentables en peso y pitones para cualquier plaza de primera o segunda del mundo.
Cuando al finalizar la gran tarde que vivimos en Lima el 23 de noviembre pasado en la que Ponce, Castella y El Fandi cortaron nueve orejas (siete a toros de Puga porque el quinto se rompió un pitón al rematar en un burladero) y a pedido de la mayoría del público y del ganadero se concedió el indulto del último toro, un recalcitrante sector del público buscó enturbiar ese merecido triunfo generando una polémica acompañada de insultos al ganadero, al juez de plaza y hasta al matador Castella, sin respetar la voluntad de esa mayoría. Si así reaccionaron al finalizar una gran corrida y ante el indulto de un gran toro, no queremos pensar que hubiera ocurrido si los toros no hubieran embestido como lo hicieron, porque encierros buenos, regulares y malos le salen a todas las ganaderías ¿o no?.
Esto me lleva a cuestionar ¿Porque este grupo hizo tan desproporcionada bronca cuando la tarde había sido exitosa?, ¿Es que el indulto de un toro al que le realizaron una faena de casi 80 muletazos (79 para ser exactos) en los que acudió humillado, repetidor con codicia y transmisión les es tan insoportable como para borrar lo visto toda la tarde?, ¿Por qué no dijeron nada o pidieron la vuelta al ruedo de los toros primero y cuarto después de que aguantaron en los medios faenas larguísimas del maestro Ponce, de mas de 70 muletazos cada una, con la calidad que tuvieron en sus embestidas?, ¿Creen que esa es la forma para ser vistos como "aficionados independientes" cuando en realidad ante los buenos aficionados de Lima solo demostraron su ignorancia y mala intención?, ¿Porqué es que los matadores expresaban elocuentes elogios por el gran encierro de toros enviado por el ganadero nacional esa tarde mientras que un grupo de "periodistas" y "aficionados" se rasgaban las vestiduras?, ¿Será que creen saber mas que los profesionales a pesar de asistir a solo media docena de corridas al año?, ¿No son esos mismos periodistas los que apoyan, asesoran y alaban al burgomaestre distrital del Rímac (el peor alcalde de todos los treinta distritos de la ciudad de Lima que suma el mayor índice de desaprobación a su gestión y que tiene a su distrito lleno de basura) por los "magníficos" cambios al reglamento taurino aprobados por él para poder manejar al espectáculo taurino como le da la gana?, ¿Qué dirían si a ese alcalde, ahora todopoderoso, se le ocurre la humorada de bajar en Acho el peso mínimo de los toros a 420 Kg. porque un ganadero extranjero amigo suyo envía toros que no llegan a 450 Kg.? . Está claro que esta gente ha creado en Lima una niebla espesa que distorsiona la realidad y desprestigia a nuestra Feria, la más antigua de América.
En los años 60 al 80 gracias a ilustres periodistas y críticos de la talla de Manuel Solari "Zeño Manué", Raúl de la Puente, Moisés Espinoza, Luis Cayo, entre otros, los que asistíamos a la Plaza de Acho lo hacíamos con la ilusión de ver un gran espectáculo, pues ellos nos motivaban durante todo el año con la información oportuna sobre lo que ocurría en plazas españolas y americanas. Asistíamos con expectativas, con ganas de divertirnos pero sin renunciar a exigirles a los actuantes el máximo de entrega. Toda Lima o la gran mayoría hablaba de toros porque los aficionados se habían preocupado de correr la voz, comentando sobre los carteles y los toreros contratados para la Feria y es que la prensa en aquel entonces mantenía siempre viva la ilusión de ir a los toros. Lógicamente la Plaza de Acho se llenaba todas las tardes. Nos alegrábamos de los triunfos de los toros nacionales, cuando los había, y de los toreros sin importar la nacionalidad, compenetrados en todo lo que ocurría en el ruedo en cada momento. Al día siguiente las crónicas claras, medidas, rugurosas pero justas y enriquecedoras reflejaban lo visto por lo aficionados en el ruedo. Todo esto ha cambiado ahora gracias a esos perniciosos "sabios custodios de la verdad taurina” que pretenden cambiar a los aficionados que quedamos, aunque gracias a Dios aún hay quienes les hacemos el alto como Magaly Zapata en su programa radial Tertulias Taurinas (programa semanal desde hace 15 años) asi como corresponsal de mundotoro y con su blog detorosymas.com, Raúl Aramburú en el diario Expreso de Lima y corresposal de 6 toros 6, Dikey Fernandez corresponsal de burladerodos, Alberto Alcalá corresponsal de burladero.com, Carlos Castillo con su blog Perú Taurino o Fernando Llanos con su revista olé y olé.
Puedo estar de acuerdo o no con las apreciaciones taurinas de mis colegas periodistas colombianos que he leído y escuchado por la radio últimamente, pero lo cierto es que la Fiesta de los Toros, a pesar de los ataques que recibe de sus enemigos externos, solo se mantendrá vigente en todos nuestros países, siempre y cuando el público llene las plazas y en eso Colombia nos lleva la delantera en América.
Por eso es que me es difícil ocultar la envidia sana que ahora siento de los periodistas taurinos colombianos, quienes junto a los empresarios, ganaderos y toreros de su país, sin mezquindades ni miedos al que dirán, han sabido unirse para sacar adelante, promover y consolidar sus ferias, llenando las plazas de un público alegre, respetuoso pero exigente, ávido de ver triunfos, con carteles donde se anuncian con orgullo sus toros y toreros nacionales junto con todas las figuras del Toreo, a lo largo de todas sus diversas ferias en importantes ciudades de su país hasta culminar en la capital Bogotá. Para ellos mi respeto.
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