A pesar de la fuerte oposición de toreros, peñas, periodistas especializados, los propios regidores de la Municipalidad del Rímac y contraviniendo el Reglamento Taurino, la autoridad municipal rimense autorizó la celebración de un informal festejo en la Plaza de Toros de Acho al que no se le ocurrió mejor idea que denominarla como "Corrida de Toros Costumbrista", clasificación inexistente en el reglamento taurino, organizada por la comisión pro construcción de la Iglesia Matriz del anexo Quishuarani, del distrito de Puyusca, provincia de Parinacochas (Ayacucho).
Algunas de las trasgesiones al reglamento fueron, además de la referida clasificación, el no haber pesado y haber hecho el reconocimiento veterinario del ganado, que por cierto casi llegó a la hora de iniciarse el festejo, y sin sobreros, no contar con programa oficial, empezar el espectaculo 35 minutos después de la hora anunciada, no hubo banderas de los paises de los diestros actuantes, ni reloj en el palco de la presidencia de la plaza, faltó un alguacil y un banderillero, por lo que dos de ellos saltaron turnos, la música tocó a su libre albedrío, se mató las dos últimas reses en penumbras, se estacionaron vehículos dentro de las instalaciones de la plaza, entre otros incumplimientos reglamentarios.
Con unas 500 personas en los tendidos se lidiaron ayer cinco reses de la ganadería anunciada como de Bellavista, mansos, corraleados y complicados en general, con hierros y números recientes al frío. Los lidiados en cuarto y sexto lugar dieron algunas facilidades. Todos fueron pitados en el arrastre. Y uno, el quinto, de la ganadería de Salamanca, impresentable para una plaza de primera categoría, que tuvo nobleza. El primero y quinto sin edad, ni peso reglamentario.
Con estos antecedentes el festejo transcurrió con más pena que gloria y muy poco destacable pudieron hacer los matadores.
El matador mexicano Miguel Ortas "Miguelete" fue silenciado en su lote, en el primero sin poder resolver sus complicaciones y en el otro, al que no entendió, no fue capaz de aprovechar sus embestidas escuchó un aviso.
El matador español Curro Jiménez tuvo como balance el silencio en su lote, después de estar voluntarioso con el primero y más lucido con su segundo al que pudo cortarle apéndice de no fallar con el acero, después de sonarle un recado de la autoridad.
El novillero peruano Ángel Jiménez mostró ganas, pero tampoco contó con los recursos necesarios para resolver la papeleta ante su complicado primero al que mató con prontitud, dando la vuelta al ruedo a su propio juicio, y en el que cerró plaza estuvo más entregado pero sin rematar con la espada, por lo que fue silenciado, no sin antes recibir un aviso.
En las cuadrillas destacaron en la pica Miguel Mikulak, Santiago Reyes "Yaco" (padre), en la brega Santiago Arrieta "El Santi" y en banderillas Fernando González "El Pato" y Dennis Castillo, quienes fueron ovacionados.
En el segundo astado hubieron tres subalternos con banderillas, en casi todo el festejo los dos puntilleros a la vez y desde el callejón un subalterno de civil salía a hacer quites a sus compañeros.
Esperamos que espectáculos tan deprimentes como este, que poco de taurinos tienen, no se vuelvan a suceder en nuestra primera plaza del país, de los que no sólo tiene culpa la Municipalidad del Rímac por autorizarlos, sino también la Sociedad de Beneficencia de Lima que alquila el recinto para estas barbaridades y el Instituto Nacional de Cultura que no vela por su Patrimonio Nacional.
Algunas de las trasgesiones al reglamento fueron, además de la referida clasificación, el no haber pesado y haber hecho el reconocimiento veterinario del ganado, que por cierto casi llegó a la hora de iniciarse el festejo, y sin sobreros, no contar con programa oficial, empezar el espectaculo 35 minutos después de la hora anunciada, no hubo banderas de los paises de los diestros actuantes, ni reloj en el palco de la presidencia de la plaza, faltó un alguacil y un banderillero, por lo que dos de ellos saltaron turnos, la música tocó a su libre albedrío, se mató las dos últimas reses en penumbras, se estacionaron vehículos dentro de las instalaciones de la plaza, entre otros incumplimientos reglamentarios.
Con unas 500 personas en los tendidos se lidiaron ayer cinco reses de la ganadería anunciada como de Bellavista, mansos, corraleados y complicados en general, con hierros y números recientes al frío. Los lidiados en cuarto y sexto lugar dieron algunas facilidades. Todos fueron pitados en el arrastre. Y uno, el quinto, de la ganadería de Salamanca, impresentable para una plaza de primera categoría, que tuvo nobleza. El primero y quinto sin edad, ni peso reglamentario.
Con estos antecedentes el festejo transcurrió con más pena que gloria y muy poco destacable pudieron hacer los matadores.
El matador mexicano Miguel Ortas "Miguelete" fue silenciado en su lote, en el primero sin poder resolver sus complicaciones y en el otro, al que no entendió, no fue capaz de aprovechar sus embestidas escuchó un aviso.
El matador español Curro Jiménez tuvo como balance el silencio en su lote, después de estar voluntarioso con el primero y más lucido con su segundo al que pudo cortarle apéndice de no fallar con el acero, después de sonarle un recado de la autoridad.
El novillero peruano Ángel Jiménez mostró ganas, pero tampoco contó con los recursos necesarios para resolver la papeleta ante su complicado primero al que mató con prontitud, dando la vuelta al ruedo a su propio juicio, y en el que cerró plaza estuvo más entregado pero sin rematar con la espada, por lo que fue silenciado, no sin antes recibir un aviso.
En las cuadrillas destacaron en la pica Miguel Mikulak, Santiago Reyes "Yaco" (padre), en la brega Santiago Arrieta "El Santi" y en banderillas Fernando González "El Pato" y Dennis Castillo, quienes fueron ovacionados.
En el segundo astado hubieron tres subalternos con banderillas, en casi todo el festejo los dos puntilleros a la vez y desde el callejón un subalterno de civil salía a hacer quites a sus compañeros.
Esperamos que espectáculos tan deprimentes como este, que poco de taurinos tienen, no se vuelvan a suceder en nuestra primera plaza del país, de los que no sólo tiene culpa la Municipalidad del Rímac por autorizarlos, sino también la Sociedad de Beneficencia de Lima que alquila el recinto para estas barbaridades y el Instituto Nacional de Cultura que no vela por su Patrimonio Nacional.
Foto: Ángel Jiménez (archivo).
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