Feria del Señor de los Milagros. Domingo 21 de noviembre de 2010. Plaza de Toros de Acho. Tercera de abono ferial: Corrida de toros. Cerca de tres cuartos de entrada en los tendidos. Seis toros de la ganadería colombiana de La Ahumada, disparejos y justos de presentación. Los cinco primeros mansos, complicados y que desarrollaron sentido, siendo pitados en el arrastre. El salido en sexto lugar también se rajó, pero más manejable que sus hermanos, por su movilidad y repetición, despedido con aplausos en el arrastre. Este tipo de material no permitió el lucimiento de los espadas que pusieron de su parte para estar encima de tan decepcionante encierro.
Morante de la Puebla, silencio y silencio.
Miguel Ángel Perera, silencio y silencio.
Cayetano Rivera Ordoñez, silencio, con algunos pitos, y dos orejas.
Morante de la Puebla paso casi de puntillas por el albero de abajo el puente con intermitentes detalles de toreo artista, pero sin convicción en la lidia y entrega a la hora de matar. Si bien es cierto sus toros mansearon y dieron dificultades, pero no eran ilidiables. En el primero de su lote se alivió toreándolo en las rayas con destellos de plasticidad y torería. Y en el segundo se dobló y metió con el astado desde el primer muletazo, lo que se aplaude, para deshacerse pronto de él ante las pocas posibilidades de éxito. Antes de darle muerte fue cogido su banderillero Rafael Cuestas. Se silencio su labor en ambos toros. Se esperaba más del torero de la Puebla del Río. Lamentablemente su corte de toreo no le permite apretar el acelerador de los triunfadores con este tipo de ganado.
Miguel Ángel Perera actúo ante un lote complicado, poco propicio para el lucimiento, pero lo hizó con entrega. Siempre se le vio seguro y capaz, tratando de hacer todo para triunfar, sobretodo en el primero al que toreo con aguante y temple, pero la espada que cayó demasiado baja le privó de cobrar algún premio y todo se redujó al silencio de la concurrencia. En el otro, que tuvo inicios de mando, temple y quietud, tuvo que abreviar su actuación al romperse la pezuña de su oponente, por lo que el público guardo respetuoso silencio. Perera tiene el próximo domingo una nueva oportunidad para reeditar sus triunfos de años pasados, condiciones para ello le sobran. Se le espera con mucha ilusión en su segunda comparecencia.
Cayetano Rivera Ordoñez toreo a su manso primero con gusto y suavidad. Tras romperse la pezuña el toro que hubo de enfrentar se apuro a la hora de matar dejando una estocada desprendida. Silencio y algunos pitos para el torero. En el que cerró plaza salió a por todas realizando una faena intensa, vibrante y variada buscando más la rapida conexión con los tendidos, desilusionados por lo espectado hasta entonces. Aunque no fue una faena tecnicamente ligada, después de un pinchazo trasero y de estocada contraria afloran mayoritariamente los pañuelos y la autoridad le concede las dos orejas, para nuestro juicio generosa y excesiva la segunda, la que le valió para abrir la Puerta Grande y salir a hombros por ella. Cayetano justificó su inclusión en los carteles feriales debutando auspiciosamente. Todavía está en el camino de los que quieren ser figuras, dejando abierta la posiblidad de volver a verlo en ferias posteriores.
Foto: Cayetano Rivera Ordoñez (Cortesía: Miguel Delgado).
Morante de la Puebla, silencio y silencio.
Miguel Ángel Perera, silencio y silencio.
Cayetano Rivera Ordoñez, silencio, con algunos pitos, y dos orejas.
Morante de la Puebla paso casi de puntillas por el albero de abajo el puente con intermitentes detalles de toreo artista, pero sin convicción en la lidia y entrega a la hora de matar. Si bien es cierto sus toros mansearon y dieron dificultades, pero no eran ilidiables. En el primero de su lote se alivió toreándolo en las rayas con destellos de plasticidad y torería. Y en el segundo se dobló y metió con el astado desde el primer muletazo, lo que se aplaude, para deshacerse pronto de él ante las pocas posibilidades de éxito. Antes de darle muerte fue cogido su banderillero Rafael Cuestas. Se silencio su labor en ambos toros. Se esperaba más del torero de la Puebla del Río. Lamentablemente su corte de toreo no le permite apretar el acelerador de los triunfadores con este tipo de ganado.
Miguel Ángel Perera actúo ante un lote complicado, poco propicio para el lucimiento, pero lo hizó con entrega. Siempre se le vio seguro y capaz, tratando de hacer todo para triunfar, sobretodo en el primero al que toreo con aguante y temple, pero la espada que cayó demasiado baja le privó de cobrar algún premio y todo se redujó al silencio de la concurrencia. En el otro, que tuvo inicios de mando, temple y quietud, tuvo que abreviar su actuación al romperse la pezuña de su oponente, por lo que el público guardo respetuoso silencio. Perera tiene el próximo domingo una nueva oportunidad para reeditar sus triunfos de años pasados, condiciones para ello le sobran. Se le espera con mucha ilusión en su segunda comparecencia.
Cayetano Rivera Ordoñez toreo a su manso primero con gusto y suavidad. Tras romperse la pezuña el toro que hubo de enfrentar se apuro a la hora de matar dejando una estocada desprendida. Silencio y algunos pitos para el torero. En el que cerró plaza salió a por todas realizando una faena intensa, vibrante y variada buscando más la rapida conexión con los tendidos, desilusionados por lo espectado hasta entonces. Aunque no fue una faena tecnicamente ligada, después de un pinchazo trasero y de estocada contraria afloran mayoritariamente los pañuelos y la autoridad le concede las dos orejas, para nuestro juicio generosa y excesiva la segunda, la que le valió para abrir la Puerta Grande y salir a hombros por ella. Cayetano justificó su inclusión en los carteles feriales debutando auspiciosamente. Todavía está en el camino de los que quieren ser figuras, dejando abierta la posiblidad de volver a verlo en ferias posteriores.
Foto: Cayetano Rivera Ordoñez (Cortesía: Miguel Delgado).
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