Ayer en la plaza de Acho se celebró una atractiva novillada organizada por el Centro Representativo Sancos (Ayacucho), en la que alternaron el peruano Emilio Barrantes y los españoles Mario Alcalde y Francisco José Espada para matar una novillada de lujo de la ganadería Santa Rosa de Lima, que hacía su estreno en Acho.
Con cerca de media entrada en los tendidos se lidiaron seis novillos de Santa Rosa de Lima, desiguales de presentación, pero de buen juego en general, todos de orejas, sobresaliendo por su bravura y nobleza al embestir. El 2º, 3º y 4º fueron aplaudidos en el arrastre. El salido en sexto lugar, de nombre "Montero", negro, herrado con el número 149 y con 415 kilos, bravo, noble, repetidor, que tuvo calidad y trasmisión, fue emotivamente indultado por la concurrencia mayoritariamente costumbrista y por decisión del ignorante juez, que sacó pañuelo verde para determinarlo, y después corregir su error con el correspondiente pañuelo naranja. Al margen de este hecho anécdotico el ganadero Alfredo Galdós, al que felicitamos, debe sentirse más que satisfecho por su auspicioso debut en el coso bajopontino.
Emilio Barrantes, silencio, tras tres avisos, y palmas.
Mario Alcalde, ovación, tras aviso, y vuelta al ruedo.
Francisco José Espada, silencio y dos orejas simbólicas.
Emilio Barrantes no se acoplo con el primero de la tarde. A su toreo le falto temple con los engaños y conexión con los tendidos, sumado a su indecisión a la hora de manejar los aceros, sin siquiera intentar descabellar, por lo que transcurrió el tiempo reglamentario y eecuchó los tres avisos de la presidencia. En el segundo de su lote salió más decidido, consiguiendo hacerse ovacionar en logradas verónicas. Con la muleta consiguió pases estimables por ambos pitones, arropado por la concurrencia. Aunque, su toreo careció de profundidad para alcanzar cuotas mayores, tuvo una leve petición de oreja no atendida y se limitó a escuchar las palmas del respetable.
Mario Alcalde realizó lo más torero de la tarde. A su primero lo toro con temple, mando y ligazón que calaron en los tendidos, dejando ver el buen toreo que atesora. Perdió un seguro premio por culpa del acero y del puntillero que no acertó con el verdugillo, conformandose con agradecer una fuerte ovación de los tendidos. En el otro, noble, pero sin fuerzas, hizo labor de enfermero toreando a media altura, consiguiendo pases templados de buen trazo. Después de matar fue obligado a dar un merecida vuelta al ruedo, tras negarse la presidencia a concederle la oreja solicitada por los asistentes.
Francisco José Espada desaprovecho al primero de su lote, al que no supo que hacer con él. A falta de oficio y resolución abrevio, por lo que fue silenciado. En el que cerró plaza pudo lucir su clase para ejecutar el toreo, consiguiendo algunas buenas tandas por ambos pitones con gusto y calidad. Después, alentado desde el callejón por algunos náufragos y apuntado por su mentor el matador César Jiménez, alargó la faena hasta conseguir el indulto, que le valió el exagerado premio del doble trofeo simbólico, dar vuelta al ruedo en compañía del ganadero Alfredo Galdós, adjudicarse el trofeo en disputa y salir a hombros de la plaza, mientras el verdadero triunfador, Mario Alcalde, abandonaba dignamente a pie el albero bajopontino.
Es justo reconocer la impecable organización del festejo taurino al Centro Representativo Sancos en la persona de su presidente Simón Bernahola Echevarría.
Es justo reconocer la impecable organización del festejo taurino al Centro Representativo Sancos en la persona de su presidente Simón Bernahola Echevarría.
Foto Cortesía Ayrton Laura / Paseíllo.
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