El matador español Juan del Álamo resultó triunfador de la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros celebrada ayer en la Plaza de Acho, tras cortar dos excesivas orejas y salir a hombros del coso de abajo el puente con la complicidad de un "generoso" presidente de plaza que le regaló el doble inmerecido trofeo y otra exagerada oreja, al también español Javier Castaño, en medio de la división de opiniones y protestada por un sector del público. Completo la terna de espadas el hispano David Mora que se fue de vacío.
Con cerca de tres cuartos de entrada en los tendidos se dio la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros, en la que se lidiaron toros de Juan Bernardo Caicedo, desiguales de presentación y juego. Nobles, sositos y sin mayores dificultades en general, excepto el del cierre que tuvo movilidad y trasmisión. Anovilados segundo y cuarto. El primero, tercero y sexto aplaudidos en el arrastre y los otros tres despedidos con pitos.
Javier Castaño, oreja protestada y silencio.
David Mora, silencio y silencio, tras aviso.
Juan del Álamo, ovación y dos orejas en medio de división de opiniones.
Javier Castaño en el que abrió plaza supo sacar provecho de su toreo de cercanías, aguante y probado valor, pero sobre todo abusando de los pases de conexión. Toro al que sometió y mató de estocada tendida, recibiendo una inmerecida oreja, que fue protestada por un sector del público. En el otro, un casi invalido por el acalambramiento en sus extremidades y problemas de movilidad, lo lidió con voluntad sin terminar de rematar los pases entre las protestas de los aficionados, por lo que al final silenciaron su labor, después de varios intentos con los aceros.
David Mora no terminó de acoplarse, ni imponerse con su lote, porque nunca supo entregarse con sus toros que se rajaron muy pronto. Tuvo momentos lucidos con el capote, quitando por chicuelinas en su primero y por gaoneras en el quinto. Y, aunque consiguió algunos muletazos meritoros entre enganchones y ovacionados por los asistentes, estuvo pesado con las espadas, por lo que fue silenciado en ambos, con aviso incluido.
Juan del Álamo estuvo decidido, entregado y deseoso de triunfo toda la tarde. En su primero estuvo esforzado toreando con facilidad, por lo que agradeció una ovación. En el del cierre, que tuvo trasmisión, lo saludo con dos largas afaroladas de rodillas. Con la muleta supo llevarlo largo y templado, demostrando firmeza, emoción y ligazón que lo valoraron en los tendidos. Tras matar con prontitud se le otorga dos excesivas orejas, las que le sirvió para salir a hombros de Acho.
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