A muy poco supo la quinta y última corrida de la Feria del Señor de los Milagros celebrada ayer en la Plaza de Acho, de la que los aficionados esperaban más de ella. Puesto que la terna conformada por el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y los matadores Enrique Ponce e Iván Fandiño habían concitado la expectación del público asistente que al final salió decepcionado de la plaza por no haber sido triunfal. Desde el callejón presenció la corrida el Premio Nobel peruano y defensor de la fiesta de los toros Mario Vargas Llosa.
Una vez deshecho el paseíllo el Sindicato de Toreros del Perú (SITOPE) le tributo un homenaje al matador español Jesús de Fariña, en mérito a su larga trayectoria taurina en las veinte temporadas realizadas en ruedos peruanos, recibiendo un plato recordatoria de manos del matador Enrique Ponce.
Con más de media entrada en los tendidos, se lidiaron toros colombianos e Vista Hermosa (1º), San Esteban de Ovejas (2º, 4º y 5º) y San Sebastián de las Palmas (3º y 6º), desiguales de presentación y juego, descastados, algunos con genio, y complicados en general, y para los de a pie visiblemente sospechosos de manipulación de cuerna.
Pablo Hermoso de Mendoza, pitos y oreja.
Enrique Ponce, silencio y vuelta al ruedo, tras aviso.
Iván Fandiño, palmas que agradece, tras aviso, y silencio.
Pablo Hermoso de Mendoza cortó la única generosa oreja de la tarde al segundo de su lote, con algunas protestas de los asistentes, en mérito a sus notables y valientes domas, y la espectacularidad en sus giros, que impresionan y emocionan a los tendidos, antes de dejar los rejones de castigo y lucidas banderillas largas y cortas. En el que abrió plaza fue pitado por no estar acertado a la hora de dejar los rejones de muerte.
Enrique Ponce realizó lo más torero y firme de la tarde. Una vez más dictó cátedra del toreo bueno. Sometiendo primero por bajo a su lote, para después llevarlos largo y templado con mucha técnica y mando. Además de actuar con solvencia y cadencia, tuvo el mérito de ligar y rematar con empaque las series por ambos pitones, muy del gusto de la afición de Lima. Después de haber conseguido correcta y vibrante faena en el quinto de la corrida, manso y gazapón, pudo haber cobrado premio, pero la espada se lo impidió, conformándose con dar triunfal y ovacionado vuelta al ruedo.
Iván Fandiño no reedito el cartel del que viene precedido. Sus faenas no tuvieron la quietud y el acople necesario para triunfar. Aunque estuvo voluntarioso y valiente, no consiguió imponerse a las complicaciones de sus oponentes, sobretodo en el que cerró plaza, al que le falto un puyazo, por lo que término siendo rebasado por su lote. Al primero, bravo y codicioso, lo toreo aprovechandole el viaje, sin ligazón y entre enganchones.
Una vez concluida la corrida y luego de breve deliberación, el jurado encargado de otorgar el Escapulario de Oro y Plata, que premia al torero y toro triunfador del ciclo ferial, los declararon desiertos.
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