El matador español Paco Ureña resultó triunfador de la segunda corrida de la Feria del Señor de los Milagros celebrada ayer en la plaza de toros de Acho al cortar la única oreja de la tarde entre división de opiniones, en una tarde de mucha expectación por la vuelta a la arena de Acho de los toros de Miura que finalmente no estuvieron a la altura de las circunstancias por su decepcionante juego. Sus alternantes Rafael Rubio "Rafaelillo" y Manuel Escribano estuvieron dispuestos, pero sin conseguir el triunfo, por lo que se fueron de vacío.
Plaza de toros de Acho, domingo 8 de noviembre de 2015, segunda corrida de la Feria del Señor de los Milagros. Con más media entrada en los tendidos se lidiaron seis toros de la ganadería española de Miura, desiguales de presentación, algunos sin el trapío necesario, de escasas fuerzas, complicados y que decepcionaron las expectativas de los aficionados y de los lidiadores, por lo que fueron pitados en el arrastre, excepto el del cierre que tuvo nobleza, fijeza y movilidad. Rafael Rubio "Rafaelillo", silencio y silencio. Manuel Escribano, silencio y siloencio. Paco Ureña, silencio y oreja.
A Rafael Rubio "Rafaelillo" le correspondieron dos toros complicados, que desarrollaron sentido, y a los que el matador le planto cara, buscando que resolver sus dificultades, pero sin llegar a imponerse totalmente. Limitándose a tener algunos instantes lucidos en el primero, pero sin el temple necesario, que tras parear cogió en la pierna izquierda a su banderillero José María Manzano. Mientras que al cuarto, que no le dio opciones, y le buscaba para cogerle, lo trasteo con oficio y decisión por pies y por la cara que fueron valorados por los tendidos. En ambos no estuvo acertado con el acero y fue silenciado en su lote.
Manuel Escribano buscó el triunfo con tesón y sinceridad en los que le correspondió en suerte. Cumplió con el capote haciéndose aplaudir. Mientras que en banderillas estuvo desigual, pareando con más voluntad que efectividad. A su primer toro, manejable, pero falto de fuerzas, consiguió ejecutar por ambos pitones algunos muletazos de gran factura con soltura y temple, estando por encima de las condiciones de su oponente, y en el quinto, un toro deslucido, lo enfrentó con disposición y deseos de agradar. Silencio y silencio fue su balance.
Foto: Cortesía Matías.
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