Con cierre triunfal y corte de cinco orejas culminó la quinta y última corrida de la Feria del Señor de los Milagros. Cuatro fueron para el matador peruano Andrés Roca Rey que triunfo con rotundidad y una para el diestro español Enrique Ponce, que pudieron ser dos de no ser por la injusticia cometida por el presidente de plaza en no otorgarla.
La afición salió contenta de la plaza al ver un torero nacional con mucha ambición, hecho una realidad y que en ningún momento se amilano en alternar con una primera figura española. Por su parte el espada español demostró una vez su sapiencia y magisterio para enfrentar a los toros. Roca Rey triunfo apoteósicamente y salió a hombros de la plaza para orgullo de los peruanos demostrando porque va camino a ser figura consagrada del toreo. Y Ponce que también lo merecía, pero se a fue a pie entre estruendosas ovaciones del respetable, por culpa del presidente de plaza que no le concedió un segundo trofeo que se lo ganó meritoriamente.
Plaza de toros de Acho, domingo 29 de noviembre de 2015, quinta corrida de la Feria del Señor de los Milagros. Con más de tres cuartos entrada en los tendidos se lidiaron seis toros de la ganadería peruana de Roberto Puga, desiguales de presentación y juego. Los tres primeros faltos de trapío, siendo el tercero devuelto y sustituido por un toro colombiano de Juan Bernardo Caicedo ligeramente mejor presentado. Los de Puga nobles y colaboradores con los lidiadores. Los dos primeros fueron pitados en el arrastre. Cuarto tercero escucharon palmas y el del cierre manseo. El de Caicedo también falto de presencia, pero manejable fue aplaudido en el arrastre. Enrique Ponce, silencio, oreja y ovación. Andrés Roca Rey, palmas, dos orejas y dos orejas.
Enrique Ponce estuvo esforzado en el primero, soso y que no dio facilidades por no fijar en los engaños, estando por encima de él. Sin embargo consiguió instrumentarle series templadas por el pitón derecho mientras duró. Cuando intento torear por naturales el astado se aplomó. Después de exprimir sus cortas embestidas y cuando ya nada había que hacer, no estuvo fino con los aceros y todo quedo en silencio. Al tercero que se dejó estar y tuvo fondo lo trasteo con corrección, dándole sus tiempos y dosificandolo, hasta someterlo. Para luego llevarlo largo y templado por ambos pitones entre el clamor de los tendidos. Dando una lección de su dominio de terrenos y distancia hasta culminar con pases de adornos, circulares y poncinas, con mucho empaque y torería. Ya confiado fue prendido sin consecuencias que lamentar. Mató en el sitio entrando bien y se lleva una oreja de mucho mérito. El quinto tuvo nobleza pero rebrincado en su embestida, que el torero fue corrigiendo y enmendando durante el transcurrir de la correcta lidia y adecuada técnica que le instrumentó. Imponiendose en una faena dosificada de buen corte y rematada cadencia, sobretodo el el lado derecho, pues punteaba por el otro pitón, que culminó con un artístico abaniqueo. Mata de una estocada desprendida. Tras escuchar una aviso, el toro tardar en caer, sin que el torero descabelle. El público pidió mayoritariamente la oreja que el presidente de plaza injustamente la negó. Teniendo que agradecer una ovación de lujo, negándose a dar al menos la vuelta al ruedo que la afición pedía en compensación por el desaguisado del presidente.
Andrés Roca Rey estuvo muy torero, valiente y dispuesto toda la tarde arropado por la afición de Lima. En los tres de su lote estuvo muy lucido y variado con el capote haciéndose ovacionar. Al segundo lo toreo con decisión, firmeza y valor pero sin llegar a tener redondez la faena por la falta de fuerzas y complicaciones que tuvo su oponente, que lo trompico antes de dejar estocada desprendida y dos descabellos por lo que sólo escucho palmas. En el cuarto que tuvo clase y recorrido inicia sus labor con pases cambiados que emocionan a la concurrencia a pesar de la poca trasmisión del que le tocó en suerte. Para enseguida ejecutar una faena muy bien estructurada de principio a fin, con muletazos intensos, con aguante, temple y ligazón, en los que no faltaron los muletazos de adorno, como los circulares y luquesinas, que se valoraron en los tendidos. Después de certera estocada cobra las dos orejas avaladas y pedidas por el respetable. En el sexto salió a por todas buscando que refrendar su triunfo, ante un toro con poca raza y que salía suelto. Iniciando su faena muleteríl con derechazos de hinojos del gusto de los asistentes que lo aclaman. Siguieron derechazos y naturales con entrega y gusto persiguiendo al burel por casi toda la plaza, para culminar con ajustadas manoletinas que tuvieron conexión con los tendidos. Deja una estocada efectiva y se le conceden las dos orejas solicitadas por la entregada afición, de las que el matador se deshace pronto y da la vuelta entre aclamaciones de los aficionados. Después de finalizada la corrida fue designado por el Jurado Ferial ganador del Escapulario de Oro.
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