Por Jaime Navarro
Esta mañana leí en WhatsApp que la elegante San Sebastián va a ventilar por votación la prohibición de las corridas. Que si sale sí, por fin se erradicará de tan distinguida villa esta "insoportable y casposa" manía española o manera de burlar y sacrificar toros. Que es que en la Concha no aguantamos más este escándalo de que para dar matarile a un morlaco, un hombre -y además, casi siempre español- se tenga que jugar la vida y ante toda la parroquia.
Pero puestos, lo mejor debería venir después. Pues la Autoridad competente debería prometer que próximamente, y si el tiempo no lo impide, también se debería someter a votación la abolición de la pesca -la mercantil y la deportiva- pues aunque en la soledad y en el silencio, y sin riesgo para el pescador matarife, se sabe de buena tinta que el besugo, la sardina, el chipirón, la anchoa y la merluza son zarandeadas, arrastradas, golpeadas, heridas y muertas, cuando no el pescado se debate en cruel ahogo de largos minutos, prendido atrozmente por un hiriente anzuelo o una salvaje red... Y claro, nuestras sabias autoridades donostiarras someterán a abolición tan cobarde por alevosa y nocturna muerte de nuestros bancos de pescado.
Pero item más que aquí no queda tanta sensibilidad y justicia para con los animales, pues en San Sebastián también deberían prometer someter a democracia directa la inhumana vida que llevan los pollos y demás aves de los antiguos corrales, pues en puridad habrá de erradicarse esas vidas sujetas al confinamiento, hacinamiento y engorde industrial, para acabar sus vidas de concentración en un oscuro transporte y estresante sacrificio en silenciosa cadena.
Como por último, y aun mejor noticia para todos los valientes defensores de los derechos de los animales, debería ser intención pública que la vida de pocilga de los gorrinos, bueyes y demás reses mansas, pase a mejor vida, por mor de la sabia decisión asamblearia, como suponemos con alborozo se desterrara de la santa tierra vasca la sórdida costumbre de conducir en insoportable secuestro o vía crucis a esta grey por los benditos caminos y carreteras de Euskalerria para encontrarse con el fiel, anónimo y seco verdugo que les espera.
Como no, nos congratulamos de este primer paso -un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad... sin duda- de prohibir esa abominable costumbre manera de que un hombre en público sacrifique con desprecio de su propia vida a un toro que nos hemos de jalar. Que se acaben los toros, pero que acaben también con la merluza de pincho, los chipis, el bacalao al pil pil, el sapito (rape), el chuletón a la piedra o la rica anchoa... Que felicidad para los antis... Aunque sea nuestro alimento se acabó el sacrificio de animales, por más que éste sea ejecutado en el silencio de los corderos pro cualquier matarife desconocido, frío y cobarde que jamás pondría en peligro su vida, ni tan siquiera el botón de su camisa.
Jaime Navarro (abogado, escritor y amante de los toros).
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