Jesús Alfonso Ayala Toledo
Viva la fiesta brava
Una de las frases que más se utilizan por los grupos animalistas para atacar a la fiesta de los toros es la de hacer a ésta un acto de tortura, siendo la tortura una de las palabras de mayor peso social y psicológico para hacer referencia a una de las actividades más horripilantes que el hombre haya conocido. Hela ahí el porque de utilizarla en contra de un espectáculo que aunque crudo, dista mucho de ser un acto de tortura.
Por la razón que fuese, la tortura implica una total indefensión del agraviado, ante un martirio físico y/o psicológico que su verdugo emplea en contra de éste. Un escenario de martirio producido no solo por el sufrir directo de la actividad ejercida en contra de la victima sino que también es producto de la impotencia e inanición del agraviado por no poder hacer absolutamente nada en su defensa.
En el toreo, el astado desde que sale tiene en uso el 100% de sus cualidades y virtudes, el toro desde que aparece en toriles puede atacar, embestir y e su defecto huir de la lucha (casos contados de toros maricones/mansurrones) en ningún momento se le limita su capacidad de acción y en todo momento ejerce pelea, voluntaria en contra del diestro y demás participes de la lidia, si el astado no quisiera atacar tiene en todo momento la capacidad de huir del enfrentamiento en un basto ruedo que en promedio oscila en los 40 metros de diámetro. Colócate ahí con un cordero, un caballo y/o un ciervo y veras como fácilmente éstos huyen de ti, colócate con un toro de lidia y será tú quien termine huyendo del lugar.
En el toreo el burel puede atacar y defenderse, y si dichos comportamientos son superan las expectativas promedio, puede hasta ser indultado, un toro en la plaza tiene la oportunidad de herir e incluso de matar a su adversario, como ya lo han demostrado infinidad de toros a lo largo de la historia de la tauromaquia. Díganme señores ¿ qué torturado, ya sea animal o persona, goza de estos privilegios? la respuesta es sencilla, ninguno, porque como ya se mencionó, la tortura implica una total indefensión del agraviado.
Viva la fiesta brava
Una de las frases que más se utilizan por los grupos animalistas para atacar a la fiesta de los toros es la de hacer a ésta un acto de tortura, siendo la tortura una de las palabras de mayor peso social y psicológico para hacer referencia a una de las actividades más horripilantes que el hombre haya conocido. Hela ahí el porque de utilizarla en contra de un espectáculo que aunque crudo, dista mucho de ser un acto de tortura.
Por la razón que fuese, la tortura implica una total indefensión del agraviado, ante un martirio físico y/o psicológico que su verdugo emplea en contra de éste. Un escenario de martirio producido no solo por el sufrir directo de la actividad ejercida en contra de la victima sino que también es producto de la impotencia e inanición del agraviado por no poder hacer absolutamente nada en su defensa.
En el toreo, el astado desde que sale tiene en uso el 100% de sus cualidades y virtudes, el toro desde que aparece en toriles puede atacar, embestir y e su defecto huir de la lucha (casos contados de toros maricones/mansurrones) en ningún momento se le limita su capacidad de acción y en todo momento ejerce pelea, voluntaria en contra del diestro y demás participes de la lidia, si el astado no quisiera atacar tiene en todo momento la capacidad de huir del enfrentamiento en un basto ruedo que en promedio oscila en los 40 metros de diámetro. Colócate ahí con un cordero, un caballo y/o un ciervo y veras como fácilmente éstos huyen de ti, colócate con un toro de lidia y será tú quien termine huyendo del lugar.
En el toreo el burel puede atacar y defenderse, y si dichos comportamientos son superan las expectativas promedio, puede hasta ser indultado, un toro en la plaza tiene la oportunidad de herir e incluso de matar a su adversario, como ya lo han demostrado infinidad de toros a lo largo de la historia de la tauromaquia. Díganme señores ¿ qué torturado, ya sea animal o persona, goza de estos privilegios? la respuesta es sencilla, ninguno, porque como ya se mencionó, la tortura implica una total indefensión del agraviado.
Llamar tortura al torero es un insulto al toro, al sobajar su naturaleza combativa, su bravura y su condición física de atleta; es un insulto a quienes en verdad han sido torturados; es un insulto al torero al difamarle de algo que no es y está lejos de ser. Es un insulto a los aficionados que disfrutamos de una lucha leal y honorable, y que nada tiene que ver con la tortura de un animal indefenso.
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