Diethell Columbus Murata
Nunca he ido a un festejo taurino, pero me queda claro que, para los aficionados a la tauromaquia, la fiesta brava es una expresión artística que forma parte de nuestra identidad cultural y tradición y, en esa misma línea, el Tribunal Constitucional peruano señaló en una sentencia del año 2010 lo siguiente: “la tauromaquia se ha incorporado a nuestra cultura mestiza y es una expresión artística que forma parte de la diversidad cultural del Perú.”.
Entonces, oficialmente estamos frente a una expresión cultural que es el resultado de una construcción social enraizada en nuestro país durante siglos. Confieso que no entiendo mucho sobre esta afición, pero es evidente que no estamos frente a una actividad social de unos cuantos limeños que van a la plaza de Acho. En el Perú existen más de 250 plazas de toros a la que asisten millones de personas al año. ¡No es poca cosa, eh! Pese a que se le reconoce como una tradición cultural a la que asisten millones de personas, también es cierto que existe un importante grupo de ciudadanos que está en contra de la fiesta brava por considerar que en esta se tortura al toro de lidia.
Ellos tienen legítimo derecho de pensar así y expresarlo públicamente si quieren. Sin perjuicio de la sana y democrática divergencia de posiciones sobre el tema, nunca faltan los políticos oportunistas que, enarbolando las banderas de la “corrección política” y la defensa de los derechos de los animales, polarizan el asunto hasta los extremos. En el Perú, como no podía ser de otra forma, quien ha monopolizado políticamente este discurso de supuesta corrección moral es la izquierda. Para estos totalitarios, si te gusta la corrida de toros, entonces, eres un monstruo inhumano. Suerte la del toro de lidia y demás animales que gozan de las simpatías de los políticos de izquierda, pues eso les garantiza una mejor suerte y más derechos que los del propio ser humano.
No critico la válida posición ciudadana de quienes no gustan de la tauromaquia, pero la desvergüenza y doble rasero de la izquierda indigna. Mientras que por un lado se rasgan las vestiduras para demostrar empatía animalista, por otro lado, impulsan la normalización del aborto que implica el asesinato de seres humanos indefensos. Entonces, muy preocupados por el sufrimiento, estrés y los derechos de un animal, pero cuando de defender el derecho a la vida de otro ser humano se refiere, ahí la cosa cambia. Así es la izquierda. Defienden la vida del animal y no la del niño por nacer. Les parece “sádica” la fiesta brava, pero disfrutan el generar caos y azuzar el enfrentamiento violento entre compatriotas. ¡Así son!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.