miércoles, 28 de octubre de 2020

JOAQUÍN GALDÓS: CRECER EN TIEMPOS DE COVID

Mundotoro

Es uno de los grandes damnificados de la pandemia, pero también uno de los ejemplos de cómo se puede crecer en tiempos del Covid. Cuatro festejos en este extraño y atípico 2020 le han bastado a Joaquín Galdós para explicar al toreo como se puede asomar la cabeza en circunstancias adversas.

Y no hablamos sólo de resultados, que también -ahí están esas ocho orejas y un rabo, además de un par de indultos- sino del crecimiento que el peruano ha tenido como torero. Y, además, ahondando en un concepto cada vez más sólido, que amalgama el poder con el clasicismo, el carácter con el estilismo, la fibra con la pinturería…

Por ejemplo, no le han dolido prendas en poder y someter astados de trapío considerable como los de El Pilar en Astorga o los de Mayalde en Valdepeñas, dos corridas fuertes, muy por encima del toro que se lidia en esas plazas, a los que Galdós plantó cara… pero plantó cara toreando. Fueron faenas auténticas por sinceras, que llegaron al público por su intensidad.

Pero es que cuando el ímpetu del animal aminora, Galdós es capaz de torear como el mejor. Los que no hubieran visto su faena en Acho a un toro de Daniel Ruiz hace un par de inviernos, seguramente se sorprendieran con sus pinceladas al "alcurrucén" de Montoro: figura vertical, mentón en el pecho y un trazo naturalmente adormecido. Sin impostada afectación. Los que ya sabíamos cómo se las gasta con las telas el limeño solo esperamos que en el 2021 el Covid se vaya disipando y vuelvan a abrir los grandes escenarios. Porque allí Galdós la puede liar muy gorda. Al tiempo.


 

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