miércoles, 3 de septiembre de 2014

ESTOCADA EN TODO LO ALTO AL ALCALDE PETRO DE BOGOTÁ (COLOMBIA)


Si en algo es importante la decisión de la Sala Constitucional colombiana, es en la demostración fehaciente de que la cultura pertenece a los pueblos y no a sus autoridades.

Los aficionados del mundo, tenemos desde hoy una deuda con Colombia, por la defensa “a muerte” que han hecho de la Tauromaquia.

Madrid 3-Septiembre-2014

En la cuna de las leyes de la América hispana, han triunfado el valor, la inteligencia, la audacia e intrepidez de los novilleros colombianos, que se sacrificaron en una prolongada huelga de hambre durante 29 días, hasta lograr que la Sala Constitucional se pronunciara a favor de la vuelta de los toros a la Plaza Santamaría de Bogotá.

La sentencia, que resuelve el recurso presentado en su día por la Corporación Taurina de Bogotá, deja claro que la acción del Alcalde Gustavo Petro en contra de una parte de la cultura del pueblo colombiano, estaba marcada por la ilegalidad, la intolerancia y la vanidad de quien desde un alto cargo público se cree con el derecho a decidir sobre los temas mas íntimos de su pueblo: sus aficiones, tradiciones y costumbres.

Si en algo es importante esta decisión de la Sala Constitucional, es en la demostración fehaciente de que la cultura le pertenece a los pueblos y no a sus autoridades. Que son los pueblos los que deciden con su participación activa, cuales son los vectores de su comportamiento cultural, y que por encima de los pueblos solo está Dios.

Los novilleros han cumplido una jornada histórica para la Fiesta de los Toros, arropados por esa gran figura del Toreo que es el Maestro César Rincón, quien ahora alcanza otra dimensión que lo convierte en legítimo líder de la causa, pues tuvo el arrojo suficiente para enfrentar a Petro, irse a sus terrenos, plantarle cara y tal cual a “Bastonito”, de Baltazar Ibán, cortarle las orejas.

Pero todavía queda camino por recorrer. Este es el momento para exigir al Presidente de Colombia Juan Manuel Santos y a su Ministra de Cultura, que pongan de una vez por todas el blindaje definitivo a la Tauromaquia, reconociéndola como parte integrante del Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo colombiano, de conformidad con la Convención de la UNESCO que rige la materia, como lo han hecho España y Francia.

Ahora los aficionados, profesionales del toreo, matadores de toros, novilleros, banderilleros, picadores, periodistas, empresarios, ganaderos y todos aquellos que viven de este grandioso espectáculo deben hacer causa común, para que definitivamente se reconozca el valor universal de la Tauromaquia en su sentido más amplio, que en Colombia abraza corridas de toros, novilladas, de rejones, becerradas, festivales, encierros, corralejas, etc. para así evitar que un nuevo Petro, con similares veleidades políticas nos cree una situación parecida.

La suerte está echada, veremos toros en la Santamaría de Bogotá gracias a la inteligente estrategia y trabajo de la corporación taurina de Bogotá y su denodado esfuerzo, y a los novilleros colombianos que marcaron el rumbo, pero no nos confiemos, los mansos cuando están heridos suelen tener tanto o más peligro.

¡Viva la Tauromaquia!
¡Vivan los novilleros colombianos!

AIT

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