Por: Dikey Fernández
La APO (Asociación Provincial de Oyón) celebró la tarde del domingo 26 de mayo sus "Bodas de Plata" institucionales con un festejo taurino, que pudo tener un mejor final. El esfuerzo de doña Elena Fernández Rivera como presidenta de esa institución vio coronado su esfuerzo al ver colmados los tendidos de la portátil "La Macarena", instalada en su local institucional de Puente Piedra.
El espectáculo se inició con el despeje de caballos peruanos de paso, uno de ellos demostró la buena doma del jamelgo, el ya famoso baile de marinera entre un ejemplar peruano de paso con una dama, pero lo que causó gran alboroto fue la actuación de dos chocarreros que lidiaron un carnero que embestía a un capotín y topaba, en realidad una parodia taurina para mí nunca vista.
Con plaza llena hasta la bandera, en tarde soleada pero con ráfagas de viento frío, se lidiaron dos astados de "San Roque" (anunciados como "El Rocío"), terciados, bajos de raza, que se dejaron torear. Dieron inicio al festejo los cómicos, luego el conocido montatoro.
El portugués Nuno Casquinha dejó ver su toreo lucido y dominador, pero con la espada estuvo mal, el público lo abucheó, a pesar de ello ordenó desde el burladero le corten una oreja, y un joven banderillero que no conozco, lo hizo. Me sorprendió gratamente la participación de Alberto “Beto” Maldonado, valiente, puso un buen par al violín, con la muleta requiere mejorar su técnica, dejó una entera ligeramente calada, y le cortaron una oreja. Lo anecdótico es que no hubo juez de plaza y se cortaron apéndices. A quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga.
El portugués Nuno Casquinha dejó ver su toreo lucido y dominador, pero con la espada estuvo mal, el público lo abucheó, a pesar de ello ordenó desde el burladero le corten una oreja, y un joven banderillero que no conozco, lo hizo. Me sorprendió gratamente la participación de Alberto “Beto” Maldonado, valiente, puso un buen par al violín, con la muleta requiere mejorar su técnica, dejó una entera ligeramente calada, y le cortaron una oreja. Lo anecdótico es que no hubo juez de plaza y se cortaron apéndices. A quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga.
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