El Club Nacional de Lima rindió homenaje el pasado viernes a Enrique Ponce con motivo de sus 25 temporadas como matador de toros. El maestro dio una auténtica lección magistral en esta prestigiosa asociación ante más de 500 miembros entre los que se encontraba lo más granado de la sociedad limeña.
Enrique Ponce estuvo acompañado en la mesa por Raúl Aramburú Tizón y Jaime De Rivero, que fue el encargado de desglosar la impresionante trayectoria del torero en la plaza de Acho, donde ha conseguido en cinco ocasiones el máximo premio al triunfador: el prestigioso Escapulario del Señor de los Milagros. Rivero destacó que Ponce ha actuado en 15 ferias, con 18 corridas de toros y 10 puertas grandes conquistadas.
El Club Nacional fue fundado en 1855 y tiene su imponente sede en la Plaza de San Martín. En este magno escenario Ponce afirmó sentirse "abrumado por tanto cariño" después de haber sido recibido con una fuerte ovación con el público puesto en pie. A continuación, y sin leer papel alguno, construyó un discurso intenso en el que fue de las emociones sentidas en el coso de Acho hasta las claves de su tauromaquia.
"Cuando piso Acho -explicó el maestro- el sentimiento que me aborda es indescriptible. Para mí es un santuario, una plaza mítica. Su afición sabe captar perfectamente el toreo y reacciona ante todo lo bueno que se hace en ese ruedo". En este sentido, Ponce ahondó y fue más allá al exponer su convencimiento de que "la categoría de una plaza no la da el toro que se lidia, sino la afición que está en los tendidos".
Y siguió: "Creo que mi concepto del toreo se identifica con los gustos de la afición de Lima, por eso noté que encajaba aquí desde la primera vez que toreé en esta plaza".
Esta reflexión dio pie a Ponce para hablar de su tauromaquia: "Concibo el toreo como algo bonito, alto bello", dijo, y se adentró en la explicación de importantes conceptos técnicos que fueron recibidos por la afición de esta tierra con auténtica curiosidad y pasión, como quedó demostrado en el posterior coloquio, con preguntas de alto nivel a las que Ponce fue respondiendo de forma magistral.
La histórica sesión concluyó con una cena en la que la afición de Lima siguió demostrando devoción por este torero. Fue un homenaje a los 25 años de trayectoria como matador de toros de Enrique Ponce, pero también una jornada histórica por el despliegue de sabiduría del maestro de Chiva.
Fuente: Opinión y Toros.
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