Con más de media entrada en los tendidos se lidiaron un astado de Rosario Alvarez, corrido en primer lugar, noble y manejable, y tres de Colorado complicados en general.
David Gil cortó una merecida oreja al que cerró plaza. Pudo cortar otro apéndice en su primero en faena superior, por lo complicado y peligroso de su oponente, pero falló con los aceros y el público guardó respetuoso silencio, tras escuchar un aviso. En su lote tuvo el mérito someterlos con mucho oficio, a pesar de las dificultades y pocas opciones de triunfo que presentaron. En el último, además, puso la carne en el asador, mató de estocada sin puntilla y se ganó la oreja a ley.
Fernando Villavicencio dejó ir a su primer novillo de orejas, al que realizó un trasteo voluntarioso, pero sin ningún argumento válido para triunfar. En el que hizó tercero nada pudo hacer por su manifiesta mansedumbre. Silencio y silencio fue su balance.
Foto: David Gil (cortesía André Palomino Camargo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario