Rubén Darío Villafraz
Las circunstancias económicas y políticas que han aquejado al país en los últimos años no escapan también que haya afectado la fiesta brava. Es redundar destacar que el espectáculo taurino no tenga cabida al momento del público, aficionado y taurino "se meta la mano en el bolsillo". Primero y fundamental lo que es la comida y los gastos propios de un hogar, que cada quien sabe cuáles serían.
Esto ha tenido como consecuencia que numerosas plazas (Valencia, Maracay, Maracaibo y numerosas en la provincia) con ayuda de esta enfermiza política también que se ha tenido para con el lio del toro desde los despachos de alcaldías, se hayan literalmente cerrado esperando mejores tiempos. Ni hablar el sueño eterno que se tiene con la arena del Nuevo Circo de Caracas, quien lleva más de dos décadas cerradas, y con ello poco más de tres generaciones de aficionados capitalinos que se han alejado de lo que fue uno de sus espectáculos de referencia dentro de la sociedad.
Todo ello ha hecho que nuestros toreros nacionales (entiéndase matadores, novilleros, subalternos y rejoneadores) en vista de este cerco cada vez más acentuado han tenido que emigrar para ejercer la profesión la cual se han especializado, han dedicado gran parte de su tiempo, miedos y preocupaciones, y en fin, sueños e ilusiones. Este éxodo se ha tornado en ver cada día más y más jóvenes espadas tener que tomar bártulos y espuertas y librarse su destinos fuera de lo que fue su primeras andanzas, como lo fueron nuestras plazas portátiles, nuestras ferias de pueblo, e incluso, plazas puntuales de feria consolidadas como Táriba, Valle la Pascua, San Felipe, Achaguas, Barcelona. por mencionar algunas.
A estas ciudades hacemos referencia por ejemplo un país que dada su amplia expansión taurina se haya convertida en primera opción para nuestros toreros. Se trata del Perú, nación el cual desarrolla a lo largo del año una amplia temporada por toda su intrincada geografía andina, incluso llevando a cabo más festejos que en otros países de referencia como el caso de México o España por señalar la magnitud del comentario.
Estos nombres de toreros que tienen actualmente su visión puesta en ruedos incas son los de los matadores Rafael Martínez, Eduardo Valenzuela, Luis Prato, Rafael Castillo, Javier Cardozo, Gregorio Torres "Maravilla", Manolo Muñoz, Antonio José y Ángel Ramos, Manolo López, Fabio Castañeda, Edgar Antonio, Jonathan Guillén, así como los novilleros Alejandro Barragán, Ángel Alberto Hernández, Carlos Sulbarán, Cleiderman Méndez, Reymer Arellano, sin dejar a un lado banderilleros de gran nivel como Mauro David Pereira y Jenrry Belandria "Piedrita", solo por mencionar algunos de los que tenemos referencia. Quedaran en el tintero otros más que la memoria nos deja apartados a un lado, quienes libran embestidas bravas en los distintos pueblos de un país que se ha convertido, ante la tragedia que nos acongoja, en una de las vías más expeditas mantenerse activos para, en las pocas citas que sobreviven en este instante dentro del calendario taurino nacional, sean tomados en cuenta y brillen a un nivel que no del todo se acerca a la realidad que ha proporcionado un óptimo rodaje, como si lo traen otros toreros, sean mexicanos o españoles de primera línea de sus respectivos escalafones, por mencionar.
Es la realidad de una fiesta brava que se niega a morir. A pesar de estar todos los ingredientes en "el sartén" para darle sepultura, sí de antemano no pensamos en otras alternativas viables, tanto de parte de empresarios –muchos los cuales aprovecharon el boom de CADIVI para hacerse de lucrosos ingresos-, ganaderos e incluso comisiones taurinas, que también tienen parte de este asunto que nos atañe.
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